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El entusiasmo del gran cantor lo llevó a invitarlo a que se integrara a su gira, pero el padre de Astor, debido a su juventud, no lo autorizó. Así, sin querer, en el año 1935, le salvó la vida, ya que el Zorzal Criollo y todos sus músicos murieron en la ciudad colombiana de Medellín al precipitarse a tierra el avión en que viajaban. Impresionado por la música del saxofonista Gerry Mulligan, Piazzolla regresó nuevamente a la Argentina y se dedicó a trabajar en clubes nocturnos hasta que se incorporó a la orquesta de Aníbal Troilo. Inquieto, al poco tiempo comenzó a estudiar con el compositor argentino Alberto Ginastera y, más adelante, con Raúl Spivak. Tanta constancia tenía en el estudio de la música que iba al teatro Colón todas las mañanas a escuchar los ensayos de la orquesta sinfónica.
Como fruto de todo ese aprendizaje, compuso Rapsodia porteña, Sinfonietta y Buenos Aires. Gracias a esta úl- tima obra musical, ganó el premio Fabien Sevitzki y la Embajada de Francia le otorgó una beca para estudiar en París con la gran compositora Nadia Boulanger. Aprendió más y más, conformó una orquesta de cuerdas con músicos de la Ópera de París, entre los que estaba Lalo Schifrin, y grabó Two Argentinians in Paris.
¿TANGO O MÚSICA CLÁSICA?
Entre una y otra alternativa, Astor se decidió por unir ambas pasiones. Rememorando a la gran Boulanger, la recordó así: “Ella me enseñó a creer en Piazzolla, porque yo creía que mi música no era buena. Tocaba tangos en locales nocturnos, pero resulta que ella me convenció de una cosa: yo tenía una cualidad que se llama estilo”. Corría el año 1955 cuando regresó nuevamente a Buenos Aires, donde fundó una orquesta de cuerdas a la que llamó Octeto Buenos Aires, un conjunto considerado mayoritariamente como el iniciador del tango mo- derno. La muerte de su padre lo empujó a componer su famoso Adiós, Nonino, tango que superara emocio- nalmente su anterior obra Nonino.
Su salud se fue quebrantando. En 1990, durante una estadía en la capital francesa, sufrió una embolia cere- bral y fue trasladado a Buenos Aires, donde dos años después falleciera a los 71 años.
UNA VIDA DEDICADA AL ESTUDIO Y AL TANGO
Su obra artística supera lo imaginable, con más de cincuenta creaciones y música para unas cuarenta películas. Estuvo casado con Dedé Wolf, madre de sus dos hijos, y con Lau- ra Escalada. Junto a Horacio Ferrer, compuso María de Buenos Aires, y en esos tiempos tuvo un romance con Amelita Baltar. Su vida, desde su nacimiento en Mar del Plata, fue un ir y ve- nir entre países de América y Europa.
Su famosa composición Adiós, Nonino fue un homenaje a su padre ante la noticia de su muerte, en momentos en que Astor se encon- traba realizando una gira en Puerto Rico.



























































































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