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l edi cio consta de cinco pisos, seis escaleras (una de ellas es helicoidal) y una sala circular de 20 metros de diámetro. En el museo del primer piso, se expone una roca lunar que trajo a la Tierra la misión Apolo XI para el planetario. Fue un regalo del expresidente estadouni-
dense Richard Nixon. Asimismo, en la explanada de acceso hay meteoritos, como el llamado La Perdida, encontrado en 1965 en la zona de Campo del Cielo, correspondiente a la provincia del Chaco. Hasta 2011, se utilizó un sistema planetario Zeiss Mark V de 5 me- tros de altura y 2,5 toneladas de peso, dotado de unos cien proyec- tores. Constaba de un armazón cilíndrico con reflectores indepen- dientes para la Luna, el Sol y los planetas visibles a simple vista (Venus, Marte, Júpiter y Saturno) y con dos esferas en los extremos que proyectaban las estrellas. Un sistema de equipos láser dirigi- dos hacia la cúpula brindaba diversos espectáculos sobre la con- formación del universo, con la exhibición de 8900 estrellas jas, constelaciones y nebulosas.
Fue en 2011 cuando se concretó una reforma signi cativa, ya que se instaló un proyector Megastar-IIA, que muestra estrellas de has- ta una 11.° magnitud, es decir, aproximadamente un millón de es- trellas más que los planetarios convencionales. Se trata de una ver- dadera revolución en proyecciones del cielo. Además, exhibe más de 140 cúmulos y nebulosas, y la Vía Láctea puede apreciarse con un realismo nunca antes logrado.
El proyector es el primero en el mundo en adoptar lámparas ledes, por lo que los espectáculos ahora tienen imágenes de alta resolu- ción y cuentan con DigitalSky II, un sistema de video full dome de avanzada que cubre la cúpula completa.
La reforma también agregó una nueva cúpula externa con iluminación ecológica e intercambió las 360 buta- cas normales por unas de tipo 4D, que incorporan un control remoto que permite al espectador interactuar durante la proyección. Los espectáculos deslumbran por sus imágenes de alta resolución.
Si bien ya ha pasado medio siglo desde su inauguración, el planetario continúa ocupando el sitio de un ver- dadero ícono de la ciudad de Buenos Aires. Su estructura inspirada en el planeta Saturno sigue siendo muy llamativa e innovadora. Desde sus inicios, el objetivo perseguido ha sido promover la divulgación cientí ca posibilitando que el conocimiento trascienda el mundo académico y sea accesible a todas las personas. Sin lugar a dudas, el planetario Galileo Galilei de Buenos Aires logra despertar la curiosidad y el asombro. En todos los casos, visitarlo es una experiencia inolvidable.