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Navidad de 1896. Por iniciativa de Eduardo Schiaf no (1858-1935), prestigioso pintor, crítico, historia- dor del arte y fundador de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes y del Ateneo, abrió sus puertas en Buenos Aires (capital cultural del Cono Sur) el Museo Nacional de Bellas Artes.
Su creador postulaba la autonomía del arte nacional. Dueño de una personalidad formidable, impetuosa y polé- mica, característica de la generación de los ochenta, hablaba incluso de un estilo argentino, motivo por el cual llegó a batirse a duelo con el crítico español Eugenio Auzón, que consideraba esta posibilidad una entelequia. Bajo su impulso, nació una institución que marcó en el país un camino para construir una memoria visual propia, núcleo basal que documenta las derivas del arte argentino, al tiempo que propone un diálogo con la escena artística mundial.
La colección inicial constaba de 166 obras que se desplegaban en cinco salas del Bon Marché, hoy Galerías Pací co. En 1909, el museo se trasladó a un pabellón de la plaza San Martín, y recién en 1933 comenzó a funcionar en el predio actual de la avenida del Libertador 1473. El edi cio pertenecía a la Casa de Bombas de Recoleta y fue refaccionado por el célebre arquitecto Alejandro Bustillo. Por entonces, la colección reunía obras de las escuelas española, italiana, flamenca y principalmente francesa, repartidas en cinco salas.
“A partir del legado de Adriano E. Rossi, que siguió al realizado por Juan Benito Sosa en 1870, además de ob- sequios y donaciones de sus amigos, Schiaf no logró reunir un conjunto notable que permitía mostrar lo que por entonces se entendía como el desarrollo de las principales etapas del arte internacional”, comenta Andrés Duprat, director del MNBA. “En ese acervo, se destacaban piezas procedentes de los Países Bajos, de Italia y de Francia, de los siglos XVII y XVIII, así como también obras producidas en el ámbito nacional, tales como escultu- ras provenientes de los talleres jesuíticos de las misiones del área guaranítica y algunas pinturas de los primeros artistas argentinos. Han transcurrido 120 años de preservación y actualmente es posible admirar expresiones de diferentes escuelas de relevancia de todas las épocas. El arte nacional ha encontrado aquí no solo el lugar
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