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ras. Pero fue en 1936 que se dio un evento que marcó un antes y un después en la figura del ACA. En ese año comenzaron a trazarse los primeros vínculos con YPF, que permitieron extender la cobertura a todo el país, no sólo de combustibles, sino además con la posibilidad de realizar asistencias mecánicas, brin- dar servicios de alojamiento y tramitar diferentes documentos vehiculares, entre los más destacados. Otro de los símbolos del ACA es el edificio de su sede central. Ubicado en uno de los puntos neurálgicos de la Ciudad, sobre la Avenida Del Libertador esquina Tagle, se erige este magnífico ejemplo arquitectó- nico, construido en 1942 y diseñado por Jorge Bunge. El monumental edificio cuadrangular de 13 pisos ofrece la fachada perfecta para una sede que ocupa una manzana completa, y que alberga oficinas con distintas finalidades, una sede social, una biblioteca, un museo y, por supuesto, un espacio de asisten- cia mecánica junto a la estación de servicio.
Hoy, el ACA –una organización privada sin fines de lucro- cuenta con cerca de 180 filiales distribuidas en todo el territorio y miles de socios utilizan sus prestaciones que van desde estaciones de servicio hasta restaurantes, camping, clubes, seguros, una revista propia y correo privado. Su gran servicio, basado en esta inmensa red, y una filosofía asistencial consolidada a lo largo de décadas, hacen del Automóvil Club Argentino un apoyo incondicional para todos sus socios que se desplazan a lo largo de las rutas argentinas.
ALGUNOS APORTES DEL ACA:
. Impulsó la Ley Nacional de Vialidad
. Creó la Escuela de Conductores
. Creó el Instituto Superior de Enseñanza.
   




























































































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