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“A fines de febrero sumergimos una segunda tanda, de aproximadamente 1200 botellas, en cavas mejo- radas que permitirán que el agua fluya entre las botellas. En la primera experiencia notamos que la parte aromática había ganado mucha más expresión. Quisimos medir y establecer las condiciones por las cuales se dio esto: si fue por el movimiento permanente del agua; si fue por las diferentes atmósferas de presión, que varían cada diez metros de profundidad; la luz, la temperatura; o bien un poco de cada uno de estos factores. Si bien no tuvimos grandes dificultades durante el proceso, creo que aprendimos mucho. Para esta segunda experiencia modificamos las jaulas y realizamos otros cambios, que segura- mente nos va ayudar”, comenta con una fundada ilusión Patricia. Este proyecto ha inspirado no sólo a los consumidores y a la comunidad investigadora, sino que tam- bién ha sido encontrado de interés por el turismo local y la provincia de Río Negro debido a su gran po- tencial.