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El Congreso Internacional de Radio que se realizó en 1934 en Buenos Aires, con la participa- ción de 40 naciones, reconoció que Argentina fue el primer país del mundo en llevar adelante una emisión radiofónica, en el año 1920, desde la terraza del Teatro Coliseo. En ese hecho trascendental, llevado adelante por quienes pasarían a la historia como “Los Locos de la Azotea”, se transmitió en directo la obra “Parsifal”, de Richard Wagner, anunciada por la reso- nante voz de Enrique Susini. Claro que solo pudieron escucharla aquellos que poseían la popular radio galena, sin pilas ni batería, fabricada con elementos sencillos. Pero la revolución del “aire” ya estaba en marcha y sería imparable. Cuando se creó durante el gobierno de Hipólito Irigoyen (1928) la Dirección de Radiocomunicaciones, dependiente de Correos y Telégrafos, comenzó el ordenamiento del conte- nido de las nuevas emisoras, cuyo reglamento apuntaba a que las mismas ofrecieran audiciones con fuerte contenido artístico y cultural, y una tanda comercial limitada, con pocas grabaciones musicales. En 1937 se produce un gran acontecimiento: nace Radio Nacional (LRA) Estación de Radiodifusión del Estado Argentino, que ofrecía siete horas de transmisión diaria desde la calle Maipú 555. Mientras surgían figuras de la talla de Jaime Yankelevich, con el transcurrir de los años los pueblos del Interior del país empezarían a tener su propia radiofonía. Años antes ya se había inaugurado la estación radiotelegráfica de Monte Grande, lo que dio paso a las propaladoras que instalaban parlantes en las calles céntricas de los pueblos. Más tarde nacería el transistor y ya la masividad de la radio sería apoteó- tica; mientras que en 1960 cobrarían fama locutores de la talla de Héctor Larrea, Antonio Carrizo, Cacho Fontana y Fernando Bravo. Los famosos Locos de la Azotea: Enrique Susini, César Guerrero, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica