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EL ANTICIPO
Erlich inició su carrera pintando al óleo y, públicamente, mostró su trabajo por primera vez a los 18 años en el Centro Cultural Recoleta. Presentó en galería Ruth Benzacar una muestra la misma semana que inauguró la exhibición en Malba. El artista volvió a sus fuentes de creación y desplegó 18 estupendas e inspiradas pinturas que, aunque posteriores, son una suerte de anticipo de las instalaciones que realizó a lo largo de su trayectoria. Erlich colocó una marquesina en el frente de la galería, “Próximamente”, prometiendo proyecciones de películas que nunca se dieron. Los visitantes ingresaban a un gran hall de una sala cine, puesto hasta el último detalle, y allí se encontraban con las pinturas que, como afiches, colgaban de las paredes. Las pinturas, basadas en fotografías de sus instalaciones, anuncian inexistes filmes. Fabrican con inteligencia nuevas ficciones, como los trabajos del director cinematográfico Charlie Lendor (anagrama de Leandro Erlich). Con ilimitada imaginación, rememoran sus extraordinarias y concretas prácticas artísticas. El artista vive y trabaja en Buenos Aires y Montevideo.
Como en un sueño, ahora en el museo es posible ingresar sin mojarse a una pileta, traspasar un vidrio sin lastimarse, sentir el vértigo del infinito al mirar el hueco de un ascensor, intentar tomar otro que no se detiene en el destino, volar en El Avión (2011), viajar en subte sin salir del museo y mucho más. El espectador también puede caminar por La vereda (2007) donde un charco de agua junto al cordón refleja la arquitectura porteña, observar por la ventana a los vecinos del edifico de enfrente en La vista (1997/2017), espiar por la mirilla a Los vecinos (1996), ir al lavadero, tener Las Nubes (2018) casi en la punta de los dedos, y mucho más. Se dice fácil, pero la obra es compleja y de una manufactura de rara perfección; tiene que resistir al traqueteo de los visitantes. Es entonces cuando se vuelve a veri- ficar cómo el artista, fabricante de ilusiones, convierte lo cotidiano en excepcional.
Artista globalizado
Erlich -al igual que, por ejemplo, el artista chino Ai Weiwei (que visitó la Argentina en 2017 y reali- zó una muestra en Fundación Proa, en cuya fachada instaló más de 1250 bicicletas que parecían estar en movimiento-, está realizando la exhibición de Malba en simultáneo con The Confines of the Great Void (Los límites del gran vacío), desplegada en CAFAM (Central Academy of Fine Arts Mu- seum, Beijing), el museo más importante de China.
Asimismo, suele ejecutar modificaciones en algunas piezas según la geografía donde se ubican. La escalera y ventana sin terminar que parecen suspendidas en el aire, Window and Ladder. Invisible Billboard, en la explanada de Malba son parte de una instalación realizada específicamente para ese sitio; tiene elementos de la construcción precaria utilizados en los barrios populares locales; versión argentina de la exhibida en Nueva Orleáns tras la destrucción del huracán Katrina.