Page 37 - Argentime 103
P. 37
Sin embargo, a sus oídos fueron llegando los relatos de quienes habían visitado el mundo y que le iban con- tando de la vida de los animales, de la belleza de las flores, del canto de los grillos, del piar de las aves, del sonido del río... Y la luna fue tornándose cada vez más curiosa y con deseos de visitar la Tierra.
Fue así como un día se decidió y, junto con Araí, la diosa Nube, fue a pedirle
autorización a Kuaray, el señor Sol, para que las dejase bajar un día a la Tierra con el objeto de poder contemplar de cerca las bellezas del mundo. El dios Sol se mostró reacio a permitirles marchar,
pero por n cedió. Solo les impuso una condición: en la Tierra,
serían vulnerables a los peligros de la selva, como cualquier humano, aunque también serían invisibles para estos. Luego, las dejó partir.
Por Emilio Villarino Fotografías: archivo de Argentime